jueves, 8 de octubre de 2009


Aquello podría crucificar el alma, maldecirla, atabiarla, romper su costado mas oscuro...pero ¿tiene costados su alma? ¿tiene límites?
Sabe, siente, que algo tiene que curarse, pero es tan indescifrable el nombre de Dios, como su alma que es Dios. No tiene dudas, tampoco duda de su demencia, de su torpeza para querer y odiar. Ni siquiera sabe si son suyas las cualidades o si un demiurgo se las regaló para que las interprete con disimulo.
¿Será el disimulo lo que hace ajeno al otro? ¿ Serán trampas los gestos, el viento, el roce, lo sutil de un cuerpo sin trucos?
Aquello podria ser un amparo a la picardia, pero no. Prefiere escalar con los pies descalzos, reirse de las cosquillas del pasto, suspirar (esa eterna caricatura del nostálgico) con tibieza, hacer de su origen un relámpago. Módico pesar, no saberse origen.