domingo, 17 de agosto de 2008

Alquimistas en la Corte de Rodolfo II


Continuación...



En 1583 Praga recupera el rango de ciudad residencial del Emperador de Alemania y Rey de Bohemia, debido al traslado de Rodolfo II a esta ciudad el día 16 de octubre. Con la Corte llegó a Praga Bartolomeo Spranger (1546-1611), pintor oficial "heredado" por Rodolfo II después del fallecimiento de su padre Maximiliano II. Fue mérito de este pintor que Rodolfo II separase en 1595 a los pintores de la categoría de artesanos, dando así nacimiento al arte de la Pintura. En la Corte desempeñó sus actividades también Joris Hoefnagel, autor de miniaturas de cuadrúpedos, reptiles y peces, cuyas características aproximan su obra a una científica documentación sobre la naturaleza. Jacob de Gheyn realizó un libro de grabados con imágenes de flores y animales. Al mismo tiempo se fueron constituyendo colecciones de instrumentos prácticos, científicos y astronómicos. Rodolfo II reunió una colección de cerca de 1.300 cuadros y 500 esculturas. Eran más de mil las diversas obras de artesanía fina y los objetos naturales. El Emperador hizo construir el ala norte del castillo de Praga con el fin de ubicar sus tesoros, y logró llenarla. No le importaba a Rodolfo II la cantidad, sino en primer lugar, la calidad de sus colecciones. Estas incluían obras de ilustres artistas como Leonardo da Vinci, Rafael, Tiziano, el Veronés, Tintoretto, Durero, Cranach, Holbein, Brueghel y tantos otros. Naturalmente, emplazó entre éstas las obras de artistas que trabajaron para él: Bartolomeo Spranger, Hans von Aachen, Josef Heintz, el escultor Adrien de Vries, el grabador Egidius Sadeler, el lapidario Miseroni, y las de aquellos que estuvieron algún tiempo a su servicio en la Corte; Giuseppe Archimboldo o Jan Brueghel, apodado "de terciopelo". Asímismo, tenía una relación muy personal con la obra de Durero y con todo tipo de piezas artísticas construidas con piedras preciosas. Retornando a nuestro tema original, podemos decir que Rodolfo II recibió la primera enseñanza seria en materia de Alquimia de sus médicos Thaddeaus Hayek de Hayek y, más tarde, de Miguel Mayer y Martín Ruland. Thaddeaus de Hayek no era simplemente médico de Rodolfo II, sino principalmente consejero suyo en todas las cuestiones de índole científica. Tenía el cometido de examinar a los alquimistas aspirantes a ingresar en el servicio imperial. Se le consideraba la figura más descollante y significativa de la ciencia de su tiempo. Además de médico era matemático y astrónomo, químico y botánico, erudito con profundísimo conocimiento de la situación cultural de Bohemia, así como, dato de especial interés en este lugar, un hombre iniciado en las ciencias herméticas. Es autor de trabajos exactos sobre Astronomía, pero también de la descripción del sistema de fabricación de la cerveza, empleado hasta nuestros días. Se supone que contribuyó a sentar las bases de la descripción cartográfica de Bohemia y que coadyuvó a establecer vínculos entre Praga y Europa en el terreno de la Ciencia. Su correspondencia con doctos varones de todos los rincones de Europa fue coronada de éxitos, realidad evidenciada por el dato de que fue uno de los diez hombres que observaron en el año 1572 una nueva estrella y supieron dar una interpretación correcta del fenómeno. No tardó en entrar en contacto con los nueve restantes, uno de los cuales era Tycho de Brahe. Juan Dée y Eduard Kelly se dirigieron precisamente a Hayek. En el verano del año 1584 se presentaron por primera vez en la Corte imperial praguense. En la casa de Hayek, Dée llevó a cabo con éxito la transmutación de mercurio en oro puro, por lo cual fue nombrado alquimista de la Corte. Eduard Kelly fue recomendado al señor Guillermo de Rosemberg, protector de alquimistas y Adepto de la Ciencia hermética. El señor Guillermo de Rosemberg saldría más tarde en defensa de Juan Dée, expulsado de Bohemia por el Emperador Rodolfo debido a intrigas cortesanas. Dée se instaló en el castillo del señor de Rosemberg en Trebon y Eduard Kelly vino a ser su sucesor en el laboratorio imperial. No obstante, el señor Kelly no lograba olvidar las excelentes condiciones que le había ofrecido el señor de Rosemberg y visitaba varias veces al año el castillo de Trebon. El Emperador le concedió el título de Caballero y tramitó su admisión como habitante del Reino de Bohemia, fin para el cual el señor de Rosemberg le cedió uno de sus castillos, dos predios y varios poblados con cortijos, bosques y prados. Más tarde, Kelly instaló un taller de Alquimia en una de las casas más renombradas de Praga: adquirió la "Casa de Fausto", nombre que llevaba desde mediados del siglo XV, cuando en ella residían personas dedicadas a la Alquimia. Muy poco se sabe sobre la labor de Kelly en Praga y en la Corte del señor de Rosemberg en Trebon. Si bien es evidente que ese período fue de gran auge de la Alquimia, es sabido que lamentablemente también lo fue de enmarañadas intrigas y de gran repudio a la Alquimia y los alquimistas. Según algunos documentos conservados, podemos constatar que Kelly mató en duelo al funcionario de la Corte Hunkler, por lo cual la ley le condenaba a la pena capital. Amigos hubo que quisieron ayudarle, pero su intento de fuga se frustró y Kelly fue encarcelado en el castillo Krivoklát. Según algunos documentos, se pretendía que revelara los secretos de su arte, más esto parece poco probable, dado que Rodolfo II tenía profundos conocimientos de la Alquimia y, además, había trabajado conjuntamente con Kelly. No obstante, sabido es que la historia la escriben los vencedores, y nuestro único recurso es interrogarnos por el grado de veracidad de cuanto ha llegado hasta nosotros. Kelly enfermó, fue puesto en libertad, pero había quedado sin recursos, porque todos sus bienes habían sido embargados. Fue encarcelado de nuevo, pero esta vez se le autorizó a que concluyera la redacción de su obra sobre Alquimia Tractatus de lapide philosophorum, que envió al Emperador Rodolfo II junto con una carta proclamando su inocencia. Kelly murió en 1597, en el curso del mes de noviembre o en Navidad, pues ni en lo relativo a esta fecha llegan a coincidir los documentos preservados. Dícese que bebió una tintura venenosa, dando así fin a su vida.

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Alquimistas en la Corte de Rodolfo II


de Slavica Kroca



«Uno de los Soberanos que mayor protección han dispensado a la Alquimia y a los sabios a ella consagrados fue Rodolfo II de Alemania, que subió al trono en 1576. Educado en España en la corte de Felipe II, adquirió en este país afición a la Astrología y a la Alquimia. Cansado pronto de las arduas tareas del gobierno del Imperio, lo confió al cuidado de sus ministros, y se encerró en el castillo de Praga para entregarse libre y exclusivamente hasta el fin de su vida a sus estudios favoritos. Las primeras lecciones de Alquimia las recibió de sus médicos ordinarios, Thadeaus de Hayec, y más tarde Miguel Mayer y Martín Ruland. Todos los alquimistas, cualesquiera que fuesen su país y condición, tenían la seguridad de ser bien acogidos en la corte del Emperador, que los recompensaba con largueza cuando en presencia suya ejecutaban un experimento digno de interés. Los alquimistas, por su parte, no se mostraban ingratos; dieron a su regio protector el título de Hermes de Alemania, y en todas partes ensalzaron sus méritos. Rodolfo, según sus biógrafos, figuraba en el número de los afortunados poseedores de la piedra filosofal, lo que se comprobó cuando, después de su muerte, se encontraron en su laboratorio ochenta y cuatro quintales de oro y sesenta de plata fundidos en pequeñas masas en forma de ladrillos».

(Helena P. Blavatsky. Glosario Teosófico)


Esta es la descripción de Rodolfo II propuesta por Blavatsky en su Glosario. La figura a la que se atribuye la posesión de la "piedra filosofal" fue considerada muchas veces, siempre en sentido exotérico, un personaje extravagante, propenso a dejarse estafar por cualquier impostor alquimista. No sorprende, sabiéndose que hoy tampoco se toma en serio la Alquimia y que más bien se la tacha con el epíteto de "hija del error". Independientemente de lo señalado, la época de Rodolfo II fue denominada en Bohemia "Edad de Oro". Hoy día se sigue hablando de Praga como "dorada ciudad", aunque los habitantes no lleguen a coincidir respecto del origen de este atributo. Unos opinan que Praga es esa "ciudad dorada" por sus muchas torrecillas doradas, que son más de 350. Otros, una minoría, creen que el adjetivo se refiere a la vertiente espiritual de la vida praguense y, muy particularmente, a las actividades alquímicas otrora desarrolladas en la ciudad. Sea como fuere, desde aquella época, en Praga quedan calles denominadas según los cuatro metales fundamentales: la del Oro (Zlatá), la de la Plata (Stríbrná) y la del Hierro (Zelézná). La del Bronce ha desaparecido, pero es lícito conjeturar la existencia de una calle de ese nombre. Hay dos calles del Oro: la primera está en la Ciudad Nueva, en la proximidad de las calles de la Plata y del Hierro. La segunda se encuentra en el castillo y la forman diminutas casitas con enormes chimeneas, suponiéndose que en ellas moraban los alquimistas al servicio de Rodolfo II. La Alquimia se conocía y practicaba en Bohemia a partir del siglo XIV. Fue protector suyo el Emperador Carlos IV y, posteriormente, los praguenses arzobispos Conrado de Vechta, Albík de Unicov y, en las ciudades de Melník y Hradec Králové, llegó a practicarla Bárbara, la esposa del Emperador Segismundo. Pero la "Edad de Oro" de Bohemia no llegaría hasta la época de Rodolfo II, "pues con Rodolfo II hizo su aparición un nuevo Hermes Trimegistos, quien como una roca magnética atraía a sí a los Maestros y Adeptos de la misteriosa Ciencia...". (Josef Svátek, Obrazy z kulturních dejin ceskych II. Praga, 1891). A finales del siglo XV había en Bohemia varios laboratorios herméticos, uno de los cuales, el del Príncipe Hynek de Minterberg, se ha preservado hasta nuestros días en la ciudad de Kutná Hora. Rodolfo II llegó a conocer la Alquimia en el curso de aquellos ocho años que pasó en España. Recibió las primeras lecciones de los alquimistas españoles, quienes le facilitaron el conocimiento de "la secreta arte egipcíaca", y prosiguió en sus estudios después de su regreso a Viena. Cuando ascendió al trono en 1564, hallamos en la primera lista de cortesanos a varios "destillatores", nombre dado a los alquimistas en la Corte imperial.

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